La Realidad.

Nos queda poco tiempo. La realidad se dirige hacia nosotros a una velocidad de vértigo mientras nos empeñamos en contemplar las pequeñeces de nuestro tiempo sin enfrentarnos a los grandes retos. Nos queda poco tiempo. Pero tal vez incluso todavía estemos a tiempo.



viernes, 29 de enero de 2010

El niño y el perro.

El perro se había perdido y el niño lo buscaba. Los dos iban en el coche antes del accidente, pero de hacía un siglo, el niño ya casi ni escuchaba las sirenas o los gritos. Era su perro. Su perro desde hacía tanto que ya casi ni lo recordaba, pero ¿cómo no se iba a acordar? las emociones cuando supo que se lo llevaban, el qué nombre le pondría, el primer día corriendo veloz, su pelo negra, canoso y lanudo...

El perro se había perdido y el niño lo buscaba. Los dos habían pasado mucho tiempo juntos, el perro a veces alegre, a veces ladrando, el niño muy ilusionado al principio, luego un pcoo menos y conforme pasaba el tiempo y por mucho que disfrutase con él costándole cada vez más. Un perro da mucho trabajo, eso le decían siempre y lo peor es que ese trabajo era casi siempre cuando él tenía otras cosas que hacer.

El perro se había perdido y el niño lo buscaba. El niño creció y vio enfermar a su amigo, consiguieron que se mejorase por un tiempo y volvió a correr y ladrar. Durante un tiempo todo fue como antes. Pero un día el volvió a casa y lo vio mal y supo que tenían que ir al médico de los animales.

El perro se había perdido y el niño lo buscaba. El niño se había perdido y el perro lo buscaba. Los dos iban en el coche antes del accidente, pero de eso hacía casi un siglo, el niño ni siquiera escuchaba ya los sirenas o los gritos y seguramente el perro tampoco.

Yo conducía el coche. El perro era mi perro y el niño era parte de mí. Hoy el perro ya no está y el niño creo que tampoco. Si existe Dios y tiene un cielo, espérame en él.

4 comentarios:

Laura Ruiz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Laura Ruiz dijo...

Lo siento muchísimo, Gabriel. No todo el mundo es capaz de entender el amor hacia los animales de esta manera. Yo llevo 10 años con mi perra (más de media vida). Hace cuatro años le detectaron un soplo cardiaco y casi la perdemos. Ahora hace "vida normal", aunque hay que medicarla todos los días con dos pastillas. Me he identificado muchísimo con lo que has escrito. Cuando a Kira le detectaron el soplo, yo tenía 16 años y ya no le prestaba tanta atención. Pero entonces todo cambió. Todas las noches le daban ataques y yo pasé las dos peores semanas de mi vida (igual que ella, supongo). Fue sentir ese dolor lo que precisamente me recordó cuanto la quería. Como dice el refrán "no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos". Yo tuve suerte y pude darme cuenta sin perder a Kira. Desde entonces te aseguro que no he vuelto a ser igual con ella. Ahora me vuelvo a comportar como si tuviera 10 años cuando jugamos. Y es precisamente desde entonces que he aprendido a valorar tanto a nuestros amigos tan fieles.
Creo que alguién también te dio la oportunidad de que valorases a tu perro antes de que se fuera del todo.
Espero que no olvides nunca los buenos momentos, porque él siempre se acordaría de ellos.

Un abrazo, Gab :(

Laura Ruiz dijo...

Por cierto, esta semana el gobierno ha decidido que finalmente sí hará la ley marco de protección del animal.

Sólo aquellos que aprecien a los animales pueden entender el avance que esto puede suponer. Creo que tú eres uno de ellos :)

Bóxer Urkabustaiz dijo...

Una de esas experiencias que no se borran de la memoria.