Juan Rodríguez Lozano, natural de Alange, provincia de Badajoz, de cuarenta y tres años de edad, casado con Dª Josefina García y García, de cuyo matrimonio tiene dos hijos, Josefina y Juan, hallándose en pleno uso de sus facultades declara:
4º.— Desea ser enterrado civilmente, sin pompa alguna, entregando su cadáver a su esposa o representante de ella, y cuando su esposa lo crea oportuno, si alguna vez lo cree, sean trasladados los restos al cementerio de Pola de Cordón, donde reposan los restos de sus seres queridos, como sería su deseo que al morir su esposa la entierren junto a él.
5º.— Para tranquilidad de su esposa y familia, declara creer en la existencia de Dios, rechazando su conciencia en cambio los ritos humanos. Su fe en el Ser Supremo es firme. A él encomienda su alma de creyente, que procuró siempre tener limpia de faltas, y a él también encomienda la felicidad de su esposa e hijos. A él, en este momento de abominables pasiones, pide la paz de España y de la Humanidad. Muere inocente y perdona. Pide a su esposa e hijos que perdonen también.
6º.— Que cuando sea necesario se vindique su nombre y se proclame que no fue traidor a su patria y que su credo consistió siempre en su ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes.
Y para que surta efectos legales lo declara así en León, prisión de San Marcos a diez y siete de Agosto de mil novecientos treinta y seis.
viernes, 14 de septiembre de 2007
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2 comentarios:
Estás son algunas de las palabras que escribió, horas antes de recibir una muerte injusta en una injusta guerra. Tales palabras dan una imagen de la forma de ser de quien las pronuncia.
Y si fuesen escuchadas, ¿cuánto podrían hacer por un futuro mejor?
Y también por estos mundillos
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